27 Junio, 2010 por Rebeca Monzó Mieres
Ayer una doctora amiga mía me contaba, que en el hospital donde ella trabaja habían citado hoy sábado a una reunión urgente, donde se les informaría a los médicos que, a partir de ahora, tenían que agudizar sus sentidos y hacer uso de sus manos y ojos para diagnosticar. No contamos con los medios materiales, para estar mandando a hacer pruebas, placas y análisis a diestra y siniestra, como hasta ahora hicimos-
Esto estaría muy bien, si durante estos últimos, digamos cuarenta y tantos años, hubiésemos entrenado a nuestros médicos, en esta tan antigua y vigente práctica que, sin explicar razones, desechamos. Actualmente, los médicos de mi planeta apenas ni te miran e invierten una gran parte del tiempo de consulta, en llenar interminables cuestionarios y formularios, así que aspirar a que te toquen eso es ya demasiado.
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Claro que es muy correcto que los galenos se entrenen para, palpando, descubrir determinadas anomalías, así como mirar el color de las uñas, lengua, ojos, etcétera, práctica esta casi desaparecida, en parte por la gran presión de los casos a consultar, debido a la ausencia de los que están en misión, y los quedados en tierra tener que reemplazarlos.
Ahora la responsabilidad del personal de la salud, y la propensión a equivocaciones, aumenta en proporción exacta a la indefensión del paciente, que nuevamente pasa a ser una especie de conejillo de indias.
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