En carta al New York Times, el ex jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, James Cason, duda que autorizar a todos los estadounidenses a viajar a Cuba pueda mejorar la vida de los cubanos o mostrarles las ventajas de la democracia.
El diplomático señala que la seguridad castrista mantiene a los cubanos lejos de los turistas, y que los dólares de éstos sólo se filtran a la clase dominante. Agrega que el Estado reprime la venta de artesanías y otros negocios fuera de su control.
Cason concluye instando al promotor de una ley para autorizar los viajes, Collin Peterson, a reclamar la liberación de los casi 200 presos políticos y el estadounidense Alan Gross antes de canalizar millones de dólares a las arcas del gobierno cubano.
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